En auto caravana por los Pirineos. Diario de viaje (II)

Andorra es el pequeño gran país de los pirineos que esconde mucho más que las famosas pistas de esquí y los comercios abiertos 24/7.

Allí me dejo guiar por los banders (guardas forestares), que son los mejores guías que uno puede desear por estas montañas.
Hacemos recuento de muflones y de rebecos adentrándonos en las grietas de las murallas pirenaicas que rodean Andorra. Altos valles y picos que ofrecen panorámicas de ensueño y aventuras autenticas como la que vivo con Marc Mosoll, reputado experto en fauna salvaje y un tipo formidable.

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Con Marc, voy en busca del Urogallo una gélida mañana de ventisca en mitad de altos los bosques de Encamp. Conseguimos levantar cuatro vuelos pudiendo observar bien uno de ellos y admirar el gran tamaño y plumaje de esta tímida y curiosa ave. Marc se mueve como en el jardín de su casa, para mi es Siberia…

En el idílico pueblecito de Fontaneda visito a caballo los campos del famoso tabaco andorrano. Allí cerca queda el parque de animales de Naturlandia donde descubro el proyecto desde dentro y puedo admirar al lobo y a los osos desde una perspectiva privilegiada. Tener un lobo siberiano o un gigantesco oso a centímetros de ti, impresiona.

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Paso por el Valle Arán de nuevo, donde me topo con esas sorpresas que dan los viajes y que son las que valen la pena. Aventuras no buscadas como la de ir en trineo con perros desde Beret hasta Mont-garri invitado por Teresa Llinas.
El valle esta repleto de deporte, montaña, cultura y el pirineo se me va colando por las venas como el deshielo por los valles.

La Vall de Boí queda cerca, y me dejo caer en las manos de Oriol Baró, montañero pro autóctono con el que comparto jornadas de esquí de travesía en la virgen Vall de Moró y el parque nacional de Agües Tortes.
Bajar esquiando por esas postales y llegar deslizándote directamente a la puerta del refugio no tiene precio. Para celebrarlo, doy un pequeño concierto al calor de los montañeros, la chimenea y el pacharán.

Ya que estoy en Boí, disfruto en bicicleta de la ruta del agua, donde además del entorno natural puedes admirar los pueblecitos y sus famosas iglesias románicas que se conservan tan bien como su estatus de patrimonio de la humanidad acredita.

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Luego con Sidi, fiel compañero de Oriol, doy mis primeros pasos en el terreno de la escalada en las crestas de Montfalco. Desde esas vertiginosas vistas puedo admirar el congosto de Mont-rebei frente a mi y automáticamente convoco a unos amigos para que suban a visitarlo unos días después.

Disfrutamos de una excursión muy recomendable y asequible, serpenteando entre las monumentales paredes que dividen Catalunya y Aragón y en las que se abren numerosas vías de escalada solo aptas para expertos.

El camino me va empujando hacia Aragón, donde me esperan vuelos en autogiro, raftings, el famoso refugio de la Renclusa, barrancos…

Ya estamos cogiendo velocidad de crucero, y os lo cuento todo en la siguiente entrega 😉

Fotos hechas con Lumix GH3

 

www.albertsans.com

www.grifonepirineos.com

 

 

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