Con la llegada del buen tiempo y el aumento de las temperaturas empezamos a visitar con mucha más frecuencia a la nevera para disponer de bebidas y alimentos fríos, lo que va a redundar en un aumento de su consumo. Algo que conviene tener en cuenta, pues éste electrodoméstico es uno de los grandes protagonistas del gasto eléctrico del hogar, ya que, en función del uso que le demos, puede llegar a consumir hasta un 20% del total de la factura energética.

Lo primero que debemos hacer es pensar qué es lo que buscamos antes de abrir la puerta de la nevera y no mientras la tenemos abierta. Esta observación, que tal vez pueda parecer innecesaria, resulta del todo indispensable pues mientras el frigorífico está cerrado apenas consume. Es al abrirlo cuando tiene que realizar un esfuerzo energético para reponer la temperatura interior que le hemos marcado. Si tenemos claro lo que vamos a buscar, abrimos, lo cogemos y volvemos a cerrar, estaremos haciendo un uso eficiente.

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Según algunos cálculos, un tiempo de no más de diez segundos con la puerta abierta es más que suficiente para evitar que se active de nuevo el mecanismo de refrigeración y se produzca un derroche de energía. Otro aspecto en relación al uso correcto de este electrodoméstico, es la temperatura a la que decidimos que trabaje. En este sentido los alimentos se conservan perfectamente a una temperatura entre 3 y 5 ºC. A partir de ahí cada grado inferior (es decir, de menos temperatura) el consumo se incrementa un 7 por ciento.

Respecto al orden interior, aunque no lo parezca cada espacio tiene su temperatura, o sea que si ponemos los alimentos atendiendo a la distribución y las instrucciones del fabricante mejoraremos considerablemente las prestaciones del aparato. Para el congelador basta con mantener una temperatura de entre -10 y -15 ºC, por lo que no es necesario forzarlo hasta alcanzar los -20º C. El hecho de mantener los alimentos congelados a una temperatura inferior a la necesaria no es aconsejable, ya que no significa que se conserven mejor los alimentos y en cambio multiplica por mucho el consumo eléctrico del aparato ¡hasta en un 30 por ciento! En este sentido también resulta muy importante atender a las indicaciones del fabricante.

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Es necesario revisar periódicamente las gomas de la puerta, ya que si éstas se deterioran por allí se escapará buena parte del frío que ha tenido que generar el aparato. No debemos poner nunca alimentos calientes dentro para enfriarlos, ya que rompemos el ciclo del frío en el interior y engañamos al termostato que activa el motor.

Y por supuesto es necesario descongelarlo regularmente, ya que a partir de 5 milímetros de espesor de escarcha el congelador consume más de lo que rinde y trabaja para mantener el hielo del aparato en lugar de lo que hemos colocado en su interior. Hoy en día existen modelos que no solo no acumulan hielo o escarcha en las paredes interiores sino que se descongelan automáticamente. Respecto a su colocación, conviene situarlo lejos de las fuentes de calor de la cocina como el horno, la caldera o la secadora y evitar que incidan los rayos de sol. Es importante que “respire” por su parte trasera, separándolo a un palmo de la pared, no obstruir el serpentín y sacarle el polvo de vez en cuando.Una nevera bien ventilada puede llegar a generar un ahorro de hasta un 15 por ciento.

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Un último consejo para ganar en eficiencia con este electrodoméstico: es mucho mejor descongelar los alimentos pasándolos la noche antes del congelador a la nevera, ya que de ésta manera aprovechamos el frío y lo integramos en el ciclo interior del aparato, optimizando su uso. Y por lo que respecta al alimento la cadena del frío se rompe más suavemente y nos ahorramos el uso del microondas.