Un buen día, hace no demasiado tiempo, el corredor popular pasó a ser rebautizado, de la noche a la mañana, como ‘runner’. Poco después, todo su universo pareció tambalearse ante la inminente llegada de un fenómeno que aún no sabemos si ya fué o continúa entre nosotros. En las siguientes líneas, el lector podrá encontrar un alegato sincero, apasionado, purista, de la esencia primitiva del corredor de fondo.
Un corredor que…
…No corre por salud. En ocasiones lee en la prensa, por casualidad, titulares acerca de que correr, entre otras cosas, libera endorfinas o ayuda a adelgazar. Pero estas cuitas no van con él. Si corre es porque quiere hacerlo cada vez mejor y más rápido. Derrapa sobre la tierra o el asfalto porque quiere echarse a las calles a medirse primero con uno mismo y de paso, con los demás. Alargar su vida es, en este caso y simplemente, un efecto colateral… Who cares?
…No le importan los cánones de belleza imperantes. No deja de escuchar en el metro, en los pasillos de la oficina o en el gimnasio, que hacer cardio en exceso te deja ‘chupado’. Y es entonces cuando el corredor de toda la vida se pregunta: «¿A qué se referirán con eso de que tanto aeróbico no es bueno? ¿Tal vez a la maravillosa sensación de volar o de acariciar tus límites cuando vas a tope? Probablemente sea “sólo” eso, algo ni de lejos comparable con la idea de estar más cuadrado y ser aspirante a tronista.
…Es espartano por definición. Un corredor es duro, pues entrena y compite pese a los elementos; es sencillo, porque le basta con un par de zapatillas para comenzar a trotar; y es intrépido, porque si trata de tú a tú al barro y los obstáculos no es por la moda de las carreras con un embaucador nombre en inglés, sino porque sabe quiénes son, respectivamente, Bekele o Kemboi: los verdaderos héroes sobre esas lides. Se trate de campo a través o de 3.000 metros obstáculos, la auténtica épica se encuentra más cerca de la Atenas olímpica que de la Esparta de la película 300.
…No empieza la casa por el tejado. Construye los cimientos de su aventura en esto del correr despacio y con prudencia, quemando etapas pero cocinando su camino a fuego lento. Tiene respeto a las distancias mayúsculas como la prueba reina, el maratón, y aunque puede haberse sentido tentado por la idea de coquetear con el trail o el triathlón, cuando llega la hora de la verdad, esto es, el 10 km o la media más emblemáticos de su ciudad, la cabra tira pal´ monte y desea, con todas sus fuerzas, llegar en forma a esas citas para poner a prueba su mejor versión.
..Nunca pierde la fe en la posibilidad de mejorar su rendimiento y esta actitud es la que, con la salvedad de otros contratiempos como las lesiones, diferencia el espíritu ganador del resto. No hay ninguna fórmula mágica, simplemente no hay que rendirse, es necesario saber esperar y usar no sólo el cuerpo, sino también la cabeza. Éstos son, sin duda, algunos de los hitos en la trayectoria de la mejor atleta española actual y de siempre, Ruth Beitia. Su medalla de oro olímpica a los 37 años en los Juegos de Río en el deporte más universal del planeta, avalan esta filosofía.
Comienza una nueva temporada; ¿Por qué no volver soñar?
Salud y kilómetros.
Miguel García Peña
@mikifelsreiher
www.tengounreto.blogspot.com
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