Apenas habrán sido escuchadas las infinitas canciones que brotaron de las arboledas a lo largo de la primavera.  Casi nadie consideró noticia comentarlo.  Pasó inadvertido también el que la renovación más ingente de la vida, al menos en nuestras latitudes, acudió puntual a su cita y logró buena parte de sus objetivos.

Primavera y vida son, pues, términos inseparables, sobretodo en nuestros bosques.

Por el contrario sí serán periodísticos, un año más, los incendios forestales. Esas llamas que añadirán humo a la atmósfera y soledad a los paisajes. Trágica  merma, pues, en lo que la vivacidad acaba de conseguir.

Helicópteros luchando contra un incendio cerca de Sedella, España. Foto tomada con una Lumix G2.
Helicópteros luchando contra un incendio cerca de Sedella, España. Foto tomada con una Lumix G2.

Valorar lo que se pierde es el primer paso para que el esfuerzo invertido en que así no sea tenga el suficiente respaldo social y presupuestario. Vaya por delante, en cualquier caso, que los daños resultan manifiestamente incalculables pues lo son también los beneficios. Ignorando esta evidencia no son raras las cuantificaciones económicas de lo que suponen los incendios. Muchas de ellas basadas exclusivamente en el valor de la madera quemada, que, por cierto, en muchas ocasiones no queda tan dañada como para no poder ser comercializada. De hecho hasta hace muy poco fue norma venderla con grandes beneficios.

Con seguir siendo una de las primeras materias primas para los humanos, la madera, no es ni de lejos la principal aportación de los árboles a nuestro bienestar. Con ser todavía, a escala mundial, mayor el número de viviendas hechas con madera que con cualquier otro material, tampoco será ese uso, ni las plusvalías que genera, lo más rentable que mana de las arboledas. Sirva de ejemplo y, con suerte, de reflexión los escuetos datos que siguen.

Proceden de un largo y pormenorizado estudio sobre el valor económico de nuestros bosques. Aunque la lista de servicios y elementos que proporcionan las arboledas supera los tres mil conceptos se analizaron solo los cinco considerados hoy más cruciales.

El cálculo se hizo en € por hectárea y año.

  • Como proveedor de agua el bosque tiene un valor 215,37 €
  • Como controlador de la erosión 23,29€
  • Como fijador de elementos químicos persistentes se le adjudicó un valor de 7,13€
  • Como sumidero de carbono, acaso lo hoy más necesario, la partida sube a un valor de 83,29 €
  • Finalmente como hogar de la mayor parte de la multiplicidad vital valdría 22,56 €

Por tanto cada ha de nuestros bosques valdría o nos ahorraría, en este último caso si tuviéramos que suplir esas funciones con sistemas artificiales, unos 352 € por ha y año.

Más de 50.000 millones de € anuales para la totalidad de la masa forestal española. Arboleda que está formado por unos 18.000 millones de pies. En consecuencia a cada uno de los que vivimos en este país nos tocan unos 400 árboles. Los resultados del último inventario forestal ubican a todos esos árboles en una superficie precisamente de unos 18 millones de has.

Por eso cuando a lo largo de los meses tórridos vayan cayendo las noticias sobre lo quemado, bueno será recordar estas cifras.

Fotografía tomada con una Lumix G6.
Fotografía tomada con una Lumix G6.

Cuando una vez más los agentes forestales y los bomberos peleen por salvar la mayor superficie posible de nuestro primer patrimonio natural, tengamos presente que pelean, con muy poco presupuesto, contra la fuerza más empobrecedora de la verdadera riqueza que conocemos.

Cuando alguien ironice sobre la importancia de la naturaleza será todavía más importante acordarnos de que no existe mejor antídoto contra el calentamiento global de nuestro planeta, del que por cierto los árboles son víctimas.

Fotografía tomada con una G2
Fotografía tomada con una G2

En resumen, cada árbol en pie es un bastón para esta civilización voluntariamente lisiada.

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