La agricultura ecológica es un sistema de producción agrícola alternativo basado en el mínimo impacto sobre el medio ambiente mediante técnicas agrarias libres de productos químicos, aprovechando todos  los recursos naturales existentes y renovables que mejoran la fertilidad del suelo para producir alimentos más saludables.

Además, prohíbe expresamente el uso de OMG, Organismos Modificados Genéticamente, y su base descansa en la rotación de cultivos, fomentando la fertilización del suelo de forma biológica con compost y  sustancias no dañinas para los seres vivos, realizando el control de plagas de forma natural.

Las semillas son parte esencial de ese concepto, ya que no se usa cualquier semilla, sino aquellas  provenientes de la producción ecológica teniendo en cuenta asimismo diferentes variantes como el lugar, el microclima de la zona, el propio tipo de terreno o la altitud, entre otras, para elegirlas según dónde se vayan a sembrar.

Semillas

Pero por encima de todo destaca en la agricultura ecológica, el deseo de mantener la biodiversidad biológica tradicional, es decir, la conservación de aquellas semillas (plantas en un futuro) que han sido usadas en el pasado por su resistencia a las condiciones particulares de cada zona.

La globalización ha hecho que se lleven semillas de cualquier parte del mundo al otro extremo del globo de manera industrial, sin saber que esta acción perjudicaría de manera contundente nuestra propia alimentación, y sin tener en cuenta la propia vulnerabilidad de esos cultivos en otros lugares.

Un rico patrimonio cultural que lejos de mantenerse en el tiempo, está empezando a desaparecer debido a varios factores, entre ellos la propia despoblación de las zonas rurales, y la falta de toma del testigo para seguir realizando esta labor imprescindible para la propia alimentación de la Humanidad.

Estos recursos fitogenéticos están llamados a la extinción si nadie lo remedia. Una seguridad alimentaria mundial que depende de su custodia, como si se tratase del tesoro más preciado. A lo largo de miles de años ha sido el propio hombre el que ha seleccionado esas variedades de forma natural para mejorar su propia comida, pero poco a poco han ido desapareciendo esas semillas tan valiosas.

Cereales

Aunque no está todo perdido, ya que muchas organizaciones se han dado cuenta de este grave daño que se está infligiendo a nuestra propia supervivencia como especie, y se han puesto a trabajar para esta barbarie no siga sucediendo creando lo que se conoce como bancos comunitarios de semillas.

Unos recursos disponibles gracias a multitud de campesinos que se han encargado de conservar, mantener y desarrollar la diversidad agrícola y sus conocimientos. El derecho de los propios agricultores a conservar, utilizar, guardar, almacenar e intercambiar esas semillas está siendo comprometido por muchas acciones como la biopiratería, la contaminación genética o el robo de las mismas.

Agricultura ecológica: semillas y biodiversidad un tándem que peligra

Las semillas ahora forman parte de una actividad comercial muy desarrollada y que repercute de forma poderosa en la economía. De ahí, que los Estados son los primeros que debieran promover la desaparición de las patentes y su monopolio, así como facilitar y promover la biodiversidad agrícola prestando su apoyo a los campesinos e implicando a toda la sociedad para la recuperación de esta herencia invaluable.

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