Mucho antes que cualquier fuente de origen renovable, la principal energía alternativa que tenemos a nuestro alcance es la eficiencia: es decir, el uso inteligente, eficaz y responsable de la que consumimos a diario.

El malgasto es la partida más importante de nuestra factura energética. Somos tremendamente ineficientes en el empleo de la energía. No importa el sector que analicemos: desde el industrial hasta el doméstico pasando por el del transporte; antes que consumidores somos grandes derrochadores de energía. Ese es el principal lastre de nuestra economía, tanto a escala doméstica como industrial: en el hogar y en la empresa.

Eficiencia para crecer

Todos sabemos que reducir nuestra demanda energética es una de las mejores acciones que podemos llevar a cabo para mitigar el calentamiento global provocado por el cambio climático, ya que a mayor consumo de energía mayor volumen de emisiones de gases con efecto invernadero.

Pero es que la eficiencia energética, además de hacernos más sostenibles, nos puede ayudar a ser más competitivos, especialmente en la empresa. No importa el tamaño: desde las grandes compañías a las pequeñas y medianas empresas; todos estamos llamados a revisar nuestros procesos de producción para detectar las posibilidades de ahorro energético.

Se trata sencillamente de observar los procesos productivos, detectar incongruencias y aplicar soluciones que, en la mayoría de los casos consisten en repensar los procedimientos introduciendo cambios que en no pocas ocasiones son a coste cero o tienen una amortización prácticamente inmediata.

Pequeñas acciones que restan costes en nuestra factura y suman perspectivas a la hora de avanzar hacia un futuro más limpio, seguro y sostenible. Algo en lo que nuestro país tiene mucho terreno para avanzar.

Eficiencia para crecer

El índice de Intensidad de Energía Primaria en España, es decir, la cantidad de energía que consumimos para alcanzar el nivel de desarrollo expresado en puntos de PIB nos sitúa entre los peores socios de la UE en eficiencia. En el período 1991-2011, y según fuentes del Gobierno Español, ese índice alcanzó en España el 0,24% muy por encima de la media en la UE, que fue del 0,19 %.

¿Qué nos dice este dato? Pues que para producir una misma unidad de PIB los españoles gastamos mucha más energía que franceses, alemanes, holandeses y el resto de nuestros socios y ese es uno de los males que han conducido a nuestra economía a la UVI y la mantienen con respiración asistida.

Detectar oportunidades de ahorro de energía para, aplicándolas, producir igual o incluso más con menos. Ese ha de ser nuestro reto, como consumidores domésticos y como empresa. La eficiencia energética debe ser un objetivo común.

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