Grandes universidades ofrecen sus mejores cursos de forma gratuita en la red. Este aprendizaje online será una constante para los nativos digitales.
Para un joven norteamericano que acaba de terminar su educación secundaria, estudiar en la prestigiosa Universidad de Stanford, en California, puede costar cerca de 35.000 euros por curso y hay que añadir en muchos casos gastos de alojamiento y material. Otras grandes instituciones educativas de EE.UU. pueden tener incluso precios superiores.
Pero, aunque cueste creerlo, hay una alternativa completamente gratuita. Stanford ofrece muchos de sus cursos en la red sin coste algunos. Son vídeos grabados de las lecciones que se imparten en sus aulas, con todo el material necesario para seguir el ritmo de la clase. ¿Quieres aprender a programar? ¿Historia del arte? ¿Química? No hay problema. Puede hacerse desde el navegador del PC o incluso desde la tableta, al mismo ritmo que los alumnos presenciales o a uno más pausado que se ajuste tu ritmo de vida.
Y Stanford no está sola. Desde hace media década muchas de las más conocidas universidades del mundo, desde el MIT hasta la archiconocida Harvard, han comenzado a ofrecer lo que se conoce como MOOCs (cursos masivos online abiertos, por sus siglas en inglés), un duplicado digital de las clases que se imparten en el campus listas para consumir en cualquier parte del mundo de forma gratuita.
Estos cursos no tienen un seguimiento (ningún profesor corrige los ejercicios, por ejemplo) ni ofrecen una certificación oficial al terminar, pero eso no quiere decir que no sean efectivos. Un reciente estudio apunta a que quienes consiguen seguirlos adquieren un nivel de conocimientos indistinguible del que tienen los alumnos presenciales.
La clave, aquí, está en ese “quienes consiguen seguirlos”. Siendo gratuitos, estos cursos presentan altos índices de abandono. Hoy en día cada curso, de media, suele atraer a unos 43.000 alumnos (las cifras de registro se han doblado en el último año) pero sólo un 6,5% los acaba.
También en el campus
Los MOOCs son tan efectivos, de hecho, que algunas de estas universidades han comenzado a ensayar con fórmulas mixtas también para sus alumnos presenciales. En el MIT, por ejemplo, algunos de los cursos ofrecen las lecciones en forma de vídeo online, incluso para los estudiantes que viven en el campus. La ventaja que tienen es el acceso al profesorado y un mayor número de proyectos y ejercicios prácticos guiados.
Otras universidades permiten convalidar las horas invertidas en un curso mediante el pago de una tasa y la demostración de los conocimientos adquiridos.
La apuesta de las instituciones educativas es que para la generación que comienza ahora su educación primaria, esta forma de aprender será normal y continua a lo largo de su vida. Ya no habrá una etapa educativa seguida de una laboral. También será mucho más fácil cambiar de carrera y reinventarse profesionalmente.
Dónde matricularse
Hay varias aplicaciones online para acceder a este tipo de cursos y también alternativas pensadas para grados educativos inferiores. Clases, por ejemplo, que enseñan los conocimientos básicos de matemáticas, física o historia.
La mayoría de las universidades han aglutinado sus cursos en dos plataformas abiertas: edX, fundada por la Universidad de Hardvard y el MIT, y OpenCourseWare Consortium, una red global de educación que cuenta con una amplia presencia de universidades españolas.
Startups como Coursera y Udacity recopilan también muchos de estos cursos en sus aplicaciones y tienen además materiales alternativos a los elaborados por las universidades sobre temas variados. Los usuarios de iTunes tienen acceso también a muchos de ellos a través de iTunes University.
Para quienes busquen refrescar conceptos más básicos Khan Academy es un ambicioso proyecto que cubre una amplia variedad de temas enfocados a todas las edades.
Con estos enlaces, ya no hay excusa.