Cruzando el Atlántico en velero, seguimos de aventura nómada con Albert Sans

Mi viejo gran sueño esta bajo mis pies, estoy cruzando el Atlántico en velero, quizás la idea semilla que dio fruto a mi vida nómada.

aventura por el mundo

Fotografía realizada por Lumix GH3

 

Aquí, solo, en mi guardia de 4 a 8 de la madrugada, bajo la vía láctea y rodeado de destellos bioluminiscentes que genera el trazo del Pantarei, me siento pequeño ante la inmensidad que me rodea, pero gigante a la vez de orgullo de pisar una gran aventura. Paso a paso, como se hace hasta lo más complejo, he llegado hasta aquí, me parece irreal las primeras horas.

Partimos desde la marina de Puerto Rico en la isla de Gran Canaria rumbo a Cabo Verde antes de dar el gran salto hasta Brasil, buscando su norte no sin antes echar un vistazo al paraíso de Fernando do Noronha.
Será una primera etapa de unos 7 días de navegación en estos 13 metros de eslora junto mis compañeros noruegos, el capitán Magne y el joven Roy, luego ya vendrán casi 3 semanas más de singladura en total.

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Fotografía realizada por Lumix GH3

 

El Pantarei (todo fluye en griego) es un barco seguro, firme, pesado, pero con un buen ritmo mordiendo millas. Todavía estamos lejos de la línea del ecuador por lo que las noches son húmedas y frías y las guardias duras.

El piloto automático echa una mano cuando el viento no está caprichoso, pero de vez en cuando hay que ajustar el rumbo o cazar algún cabo que otro.

El café y algún tentempié me acompaña en mi vigilancia del vigilante radar que se ocupa de los cargueros “despistados”.
Y en esa canción silenciosa del mar, bajo ese cielo con tanta luz paradójicamente lejos de toda luz, mis pensamientos se pierden en los recuerdos imaginados de tantos libros sobre dar la vuelta al mundo en velero que en su día devoré.

aventura por el mundo

Fotografía realizada por Lumix GH3

 

Esto no es dar la vuelta al mundo, pero cruzar el Atlántico es sin duda un buen diploma de principiante.

Las puestas de luna y sol son inenarrables, hay que vivirlo, me siento ganador de una lotería para ir a explorar otro planeta, tenemos tantos aquí por explorar…

La supuesta monotonía de la vida a bordo se viene abajo con los mil matices de los distintos días. Desde los colores, a los vientos, al cielo, al mar, las charlas, guitarras, risas, tareas, pesca, noctilucas, delfines que nos visitan y las cábalas para sorprender con el menú (soy el cocinero) me mantienen activo y entretenido.

¿Imagináis lo que es despertar de una siesta con el eco de los delfines en la “pared”, salir al “balcón” y verlos llegar saltando por la “calle”?

 

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Fotografía realizada por Lumix GH3

 

 

A todos se nos pone cara de niños cuando los vemos llegar. Grupos de decenas nos visitan casi a diario como si también usaran esa ruta para ir a ver el carnaval de Mindelo en Cabo Verde.

Con los pies colgando de la proa me quedo observando como me observan esos ojos que susurran inteligencia, curiosidad y empatía.

Nos regalan saltos espectaculares y giran sus cuerpos a un costado para vernos mejor. ¿Quién mira a quien? Me pregunto, y la respuesta es un empate. Ver vida salvaje en entorno salvaje es una experiencia profunda que nos conecta con el concepto de planeta y nos da una bofetada que despierta ese hechizo egocéntrico y de asfalto que anestesia nuestras vidas.

 

aventura por el mundo

Fotografía realizada por Lumix GH3

 

 

Casi sin darnos cuenta pasa volando esa primera semana y un atardecer llegamos serpenteando entre viejos pesqueros y oxidados mercantes a la marina de Mindelo, donde nos esperan días de reparaciones, reajustes, descanso, viaje, carnaval y una tormenta que nos retrasa una semana más de lo previsto. Suerte que los nómadas no tenemos prisa y todo nos parece bien.

Os cuento sobre Cabo Verde y sus colores en el próximo post. Gracias por navegar conmigo. 😉

 

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