Dejar la gran ciudad e ir a vivir a un lugar más pequeño ha sido uno de los grandes cambios que llevé a cabo hace un año y medio aproximadamente. La decisión vino condicionada por mi futura maternidad, ya que el hecho de criar a un bebé en un entorno más tranquilo y cerca de la familia, nos pareció mucho más práctico. No os voy a negar que hay momentos en l0s que echo en falta el ajetreo de Barcelona, pero también es cierto que como ahora no vivo allí, cada vez que la visito la disfruto mucho más. Y es que a veces no nos damos cuenta de lo que tenemos hasta que lo perdemos, ¿no? Así que una vez que me vine a vivir con mi familia a Manresa, una ciudad pequeña a unos 45 minutos en coche de Barcelona, me propuse descubrir y saborear todo aquello que me ofrece el entorno en el cuál me encuentro.
Una de las cosas que pensé hacer es implicarme en alguna asociación de mi ciudad así que he empezado a colaborar con una organización llamada L’Antic. Se trata de un grupo de comerciantes y de vecinos del núcleo antiguo de Manresa, que han decidido unirse para llevar a cabo acciones en el barrio que ayuden a dinamizar la actividad en la zona. El motivo de mi implicación con este movimiento, surgido sin ánimo de lucro, es muy sencillo. Acabo de abrir una pequeña tienda de decoración y complementos y pasaré a formar parte de este colectivo, con lo que, cuando me enteré de la existencia de esta organización, no dudé ni un momento en unirme a la causa.
Una de las cosas que más me gustan del núcleo antiguo, es acercarme los domingos a la plaza del Ayuntamiento para comprar productos de agricultores locales. También desde ya hace varios años tiene lugar una Feria Medieval que atrae a miles de visitantes, la Fira de L’Aixada. Se trata de un evento consolidado y que se celebra a finales de febrero, durante todo un fin de semana: mercados, representaciones teatrales, exhibiciones, y muchas otras actividades, que hacen retroceder en el tiempo a todo aquel que se pierde por las calles, abarrotadas de gente.
Cerca de Manresa tengo la suerte de contar con uno de los lugares más espectaculares y que más turistas recibe, sobretodo, japoneses. El Monasterio de Montserrat, independientemente de que seas o no una persona religiosa, a todo el que lo pisa por primera vez, le impresiona en todos los aspectos. Tanto la basílica como el enclave donde se encuentra es un paraíso para cualquier amante de la fotografía. Recomiendo muchísimo subir a la montaña en el aéreo ya que te regala unas vistas para quedarte con la boca abierta.
Y aprovechando que una de mis aficiones es hacer enoturismo, recientemente descubrí una ruta vinícola muy cerca de casa, ya que en mi comarca existe la DO Pla de Bages. El proceso de elaboración del vino siempre me ha parecido fascinante, y todo lo que rodea a su degustación, los aromas, los matices… Es una auténtica maravilla.
Y es que a veces, no hace falta irse muy lejos para descubrir propuestas interesantes.
