Ilha Grande para rato…

Los días pasan en la isla, los años también lo han hecho, pero parece prácticamente la misma que conocí hace 5 años. No hay asfalto y la una única carreterita de ripio que une Abraão y Dois Rios es la vieja arteria que se utilizaba para trasladar a los presos, funcionarios y habitantes colindantes del presidio hasta el puerto y lanzadera con el continente. Actualmente resiste un bus para los pocos residentes y los 4 coches de la CEADS (Centro de Estudios Ambientales y Desarrollo Sostenible).

Fotografía realizada con una Lumix GH4

Para no perder del todo las piernas ciclistas, subo y bajo la serpenteante carretera en bicicleta prácticamente a diario. Siempre paro en la famosa “curva de la muerte” donde numerosos accidentes labraron su nombre y hay una suerte de mirador desde el que contemplar la bahía de Abraão. La vista es privilegiada y, además de la costa de Rio, se puede apreciar el goteo sutil pero constante de barcas desde el continente cargadas con los turistas que dan de comer a la isla.

Fotografía realizada con una Lumix GH4

Otros días, además de subir hasta el punto más alto del recorrido, me dejo caer con mi bicicleta “Ona” a pasar el día hasta el otro lado, a mi querida Dois Rios, donde no me canso de sorprenderme cada vez que veo esa playa y siento esa desconexión necesaria de la tranquila vida isleña.

Tanto la playa como los dos ríos son muy fotogénicos. A veces, alguna amiga que me acompaña juega a ser modelo sobre las rocas o entre el bambusal de uno de sus atajos. Otras veces la propia Ona es la que se decide a posar en el paraíso.

Fotografía realizada con una Lumix GH4

Pero, igualmente, el paseo estrella de la isla es visitar la espectacular playa de Lopes Mendes, de las más famosas de Brasil y a nivel mundial. Sus 3 km de arenas blancas y aguas turquesas son un gran reclamo, pero sobre todo esa sensación de paraíso que transmite no ver ninguna casa ni edificación en toda la playa, pura naturaleza.

Fotografía realizada con una Lumix GH4

A la isla se puede llegar tras una caminata de más de tres horas o con una de las numerosas barcas que te dejan en la playa de Pouso, un paraíso tranquilo a unos 15 minutos de la propia Lopes.

La caminata vale la pena si tienes tiempo: vistas espectaculares y paso por la playa de Palmas y Pouso, donde pequeñas comunidades viven en un tipo de paraíso mucho más tranquilo que Abraão, pero que cada día miran al turismo como principal fuente de ingresos. Además, con suerte, puedes ver naturaleza potente como el gran Bugio, los monos, grandes lagartos, ardillas, serpientes, tortugas o grandes aves marinas.

Fotografía realizada con una Lumix GH4
Fotografía realizada con una Lumix GH4

Los que andan con el tiempo más justo llegan con la barcaza e invierten toda la jornada a tostarse al sol, surfear, jugar a futbol o practicar yoga en la increíble Lopes.

También puedes aislarte aún más tomando un desvío hasta la playa de San Antonio, mucho más pequeña y solitaria, adornada con unas grandes rocas que la separan por mar de Lopes y donde algunos “atrevidos” se suben al deporte mundial del selfie para inmortalizar su visita al paraíso.

Fotografía realizada con una Lumix GH4

 

De vuelta al epicentro del turisteo en Abraão, el pueblo ideal se tambalea. Solo hace falta un día de huelga de basuras para que las calles se inunden de residuos y urubúes carroñeros transformen las callecitas con vistas al mar en un auténtico vertedero en la que perros callejeros se suman a la fiesta.

Una lástima que la riqueza del turismo no se reinvierta en infraestructuras. La corrupción a todas las escalas desvía esos recursos a bolsillos interesados poniendo a prueba ese aparente recurso infinito que es la naturaleza. Morir de éxito está en el horizonte.

Fotografía realizada con una Lumix GH4

Hay esperanza en la asociación de moradores que organizan limpiezas de playas, fondos marinos y actos reivindicativos para luchar y contrarrestar ese abuso.

Ilha grande es una auténtica joya. Sería una pena volver en unos años y descubrir que se confirman los presagios de privatización y abuso, convertida en una isla vulgar llena de asfalto, alquiler de boogies y turismo de pulsera en resorts. De hecho, existe un proyecto de un casino en Dois Rios para sacar jugo en forma de billetes verdes hasta que el auténtico verde aguante.

En el próximo artículo os cuento y muestro como subí al mítico Pico Papagayo y como di la vuelta en kayak a la isla durante 7 días inolvidables de aventuras en los lados más salvajes y ocultos de Ilha Grande, que son de 10.

 

 

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