Robert Capa fue quizás el reportero más célebre del siglo XX por fotografías como las del desembarco de Normandía o Muerte de un miliciano español. Una frase suya se hizo célebre y sigue siendo aún hoy un axioma: Si tus fotos no son lo suficientemente buenas, no estás lo suficientemente cerca.
Si tuviéramos que encontrar un sólo consejo que darle a alguien que quiere hacer mejores fotografías rápidamente, esta frase sería una seria candidata al puesto. No importa si hablamos de retratos, de reportajes periodísticos o sociales o de paisajes, la excesiva lejanía del foco de atención es un defecto extraordinariamente extendido.
Deberíamos pensar que componer una fotografía es como hacer una mudanza a una casa más pequeña, tenemos un espacio limitado en el que meter las cosas (en este caso el encuadre) y debemos decidir qué resulta esencial y qué es superfluo y debe por tanto ser dejado atrás. La realidad es rica en elementos pero nuestra fotografía, para resultar significativa, tiene que focalizarse y dejar meridianamente claro cuál es el sujeto y qué nos interesa de él.
Si estamos fotografiando paisaje o arquitectura, seguir este consejo es sólo cuestión de reflexión pero cuando hablamos de fotografiar personas la cosa se complica.
Dar un paso al frente cámara en mano
Para muchos dar un paso al frente cámara en mano y fotografiar de cerca a una persona en la calle, en un templo o en un evento resulta violento, implica una interacción con el sujeto fotografiado y eso es algo que no todo el mundo sabe cómo manejar. Relacionarse con seres humanos es algo mucho más difícil que ajustar el diafragma o la velocidad. Hay que perder la vergüenza, hablar con el sujeto o, si la falta de un idioma común lo impide, sonreír, hacerle un gesto y esperar a que asienta a la propuesta que apenas le hemos insinuado, sabiendo que unas veces tendremos éxito y otras la respuesta será no pero al final conseguiremos hacer mejores fotografías.
Robert Capa usaba en su Leica objetivos Elmar de 50 y de 35 mm, nada más angular. Hoy las modernas ópticas súper granangular nos permiten acercarnos increíblemente al sujeto, llenar el encuadre y conservar todavía la huella del contexto. Algunos aficionados piensan que este tipo de objetivos está especialmente indicado para fotografiar cosas muy grandes, como un edificio o un monumento. En realidad, su mejor uso consiste en poder acercarse a la acción con una gran profundad de campo y crear imágenes en las que el sujeto en primer término logra un gran protagonismo gracias a su tamaño, mientras que el fondo está ahí pero queda claramente relegado a un segundo plano gracias a la exagerada perspectiva que proporciona este tipo de lente.
Así que siguiendo el consejo de Robert Capa, la próxima vez que salgas con tu cámara a hacer fotos, deja la vergüenza en casa, da un paso al frente y dispara a pecho descubierto. Puede que nadie te dé una medalla al mérito fotográfico pero seguro que la calidad de tus fotografías lo agradecerá.