Me habían hablado en numerosas ocasiones de Brujas, sus canales y el encanto de sus casas con fachadas de colores, así que, aprovechando una breve escapada a Bélgica, no pude perder la ocasión de conocer, la que dicen es, la ciudad más bonita del país.
Llegamos en tren desde la estación de Bruselas, donde estábamos alojados mi familia y yo, y ya en ese momento, también pudimos comprobar que no solo es la más bonita, sino también la más turística. A pesar de que era finales de enero, el volumen de visitantes ya era bastante grande. No quiero pensar cómo estará en temporada alta. Me pareció curioso encontrar tanto turista ya que precisamente una de las atracciones que ofrece la ciudad son los paseos en barco recorriendo sus canales, algo que en la época en la que fuimos, no se podía realizar.
Y el motivo no es otro que las enormes placas de hielo que se podían observar flotando en el agua. En la parte central del invierno los canales llegan a congelarse, con lo que no se puede navegar a través de ellos.
Acceder al núcleo antiguo de Brujas desde la estación de tren es bastante sencillo. Se puede llegar caminando, a través de unas calles adoquinadas, con casitas bajas, y casi en cada puerta, una bicicleta.
La mayoría de los residentes utilizan este medio de transporte para desplazarse. Decidimos dejar al lado la guía y empezamos a callejear, sin tampoco un rumbo demasiado fijo, hasta que, sin querer, dejamos atrás el bullicio de turistas y llegamos al margen de un río, donde nos encontramos con una estampa de postal: puentes de piedra, casas de construcción antigua y lo que hacía del lugar más auténtico, apenas gente.
Al querernos situar en el mapa, vimos que nos encontrábamos muy cerca de la que es la taberna más antigua de Brujas, llamada Vlissinghe, en la calle Blekerstraat. Pasamos por delante pero en ese momento estaba cerrada, así que nos quedamos con las ganas.
Antes de visitar Brujas, tuvimos la duda de ir a Gante, una ciudad también muy bonita, con canales y casas de colores, pero menos turística. De hecho Gante está a medio camino de Brujas y Bruselas y, si vas con tiempo, se pueden ver el mismo día. Al final y en nuestro caso, que íbamos con una niña de 2 años, preferimos decantarnos por una de las dos y en la balanza pesó el factor popularidad. De todos modos, ni mucho menos nos arrepentimos de nuestra elección. Brujas es una ciudad preciosa y qué bien merece ser considerada una ciudad de cuento.
