Déjate sorprender por la naturaleza de Islas Feroe

Islas Feroe. Es muy posible que no hayas oído mencionar nunca este archipiélago. Más raro aún será que puedas situarlo en un mapa. A medio camino del pico norte de Gran Bretaña e Islandia, allí están las dieciocho islas volcánicas que lo forman. Prácticamente imposible que sepas que depende de… Dinamarca.

Islas Feroe, fue un destino de esos que surgen a partir de una imagen.

Una fotografía que nos hizo preguntarnos si eso que estábamos viendo sería real o sería un gran trabajo de Photoshop. Un lago que parecía flotar por encima del mar alrededor de una colina, una catarata al océano e impresionantes acantilados.

Ya puestos a buscar fotografías de las islas, encontramos cientos de ellas con simpáticos frailecillos, acantilados de vértigo, afiladas columnas surgiendo del mar, verdes prados con faros que parecían obra de un pintor…

Todo no podía ser mentira. Teníamos que confirmar que era real.

Nada más fácil que volar hasta allí y alucinar.

¿Cuántas fotografías se pueden tomar en una semana? Casi 4.000 se vinieron con nosotros en las tarjetas de memoria, pero más imágenes se vinieron grabadas directamente en nuestra memoria.

El “famoso” lago asomado al mar que nos hizo enamorarnos de Islas Feroe se llama Sørvágsvatn, en la isla de Vágar, y es tal y como lo habíamos visto en las fotografías. Una imagen que te hace recordar inevitablemente los dibujos de Escher mientras buscas esa pista que te lleve a descubrir dónde está el truco de esa “ilusión óptica”.

Islas Feroe, Sorvagsvatn
Fotografía realizada con una Lumix G80

En otra de las islas, Mykines, llegó el momento de disfrutar con el aleteo veloz y el aterrizaje torpón de los frailecillos. Más de cien mil estaban anidando en la isla. Imposible no pararse a tratar de capturarles desde todos los ángulos, con los arenques recién pescados en el pico, alzando el vuelo, aterrizando, en grupo, por separado…

Islas feroe, frailecillos
Fotografía realizada con una Lumix G80

En esa misma isla, Mykines, nos topamos con ese cuadro que unía el verde del prado con el blanco del faro y de las nubes, el azul del cielo y del océano con el rojo del tejado. Seguía siendo todo real, todo lo que habíamos visto estaba allí.

Fotografía realizada con una Lumix G80

El viaje ya había merecido la pena, pero todavía nos quedaba otro par de puntos que habíamos marcado en el mapa. El primero, una garganta de doscientos metros de longitud que parecía romper la isla en dos dejando que el mar acariciara el pueblo de pescadores. El pueblo es Gjógv, en la isla de Eysturoy. De nuevo la unión de los colores –verde, azul y blanco– y de la rudeza natural del paisaje nos convenció de que habíamos hecho bien cuando decidimos que había que confirmar que aquello existía.

Garganta Gjogv, islas Feroe
Fotografía realizada con una Lumix G80

El último de los puntos era otra cascada, pero no una cualquiera, una que cae al mar por un acantilado. Una catarata que, cuando el viento sopla –y lo hace a menudo– parece llevar el agua del mar al río, en contra de la gravedad… y de la lógica. Es la catarata de Mulafossur junto al pueblo de Gásadalur, también en la isla de Vágar.

islas feroe, cascada gasadalur
Fotografía realizada con una Lumix G80

La naturaleza nos había dejado con los ojos como platos, pero tampoco hay que dejar de lado la mano del hombre.

Las pequeñas casas de madera perfectamente integradas en el paisaje con sus techos cubiertos de césped nos hacían parar cada vez que atravesábamos un pueblo para sacar más fotografías. Fotografías que servirían después para asegurarnos, y asegurar, que aquello era real.

Casas Islas Feroe, Dinamarca
Fotografía realizada con una Lumix G80

Si ya te ha entrado el gusanillo y también quieres confirmar con tus propios ojos que esos paisajes son reales, echa un vistazo a nuestro blog donde te contamos todo lo que necesitas saber para viajar a Islas Feroe, nuestra guía completa.

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