En 2014 Brasil fue el punto de mira internacional por la celebración del Mundial de fútbol. Ahora, el gigante sudamericano es más que nunca el destino para los aficionados al deporte: Rio 2016 está a la vuelta de la esquina, del 5 al 21 de agosto. Nosotros acabamos de recorrer toda la costa brasilera en una etapa inolvidable de esta segunda vuelta al mundo; la hemos fotografiado con nuestra Lumix LX100 y ahora nos estrenamos en el blog de Panasonic contando nuestros lugares favoritos del Nordeste, una ruta alternativa perfecta en un viaje para ver las Olimpiadas. ¡Vámonos al nordeste brasileño!
¿Por qué el Nordeste?
La variedad cultural, paisajística y la tranquilidad de muchas de sus ciudades costeras nos ha permitido vivir otra versión de Brasil, una muy diferente a la esperada. Playas abarrotadas y densas selvas es lo que todos tenemos en la cabeza antes de ir a Brasil. El Nordeste es bien distinto.
Rio 2016 tendrá lugar en cuatro zonas de la #cidadeolimpica de Río de Janeiro. Pero los partidos de fútbol, además, se disputarán en otras cinco ciudades: Belo Horizonte, Brasilia, Manaos, Salvador y Sao Paulo. Sabiendo esto, ¿por qué no hacer una ruta completa desde Salvador a Manaos, recorriendo toda la costa nordeste y ver algún encuentro en una de esas dos ciudades?
Playas del Nordeste: Maceió, Maragogi y Pipa
Cuerpos al sol y playas abarrotadas. Así fue en Río y alrededores, pero no en las playas del Nordeste. La costa nordestina tiene playas buenísimas, de esas que pueden ser portada de revista de viajes. La lista es interminable y, cuánto más nos alejamos de los principales núcleos urbanos, las encontramos más tranquilas y más vírgenes.
Maceió es una ciudad turística con un paseo marítimo donde los visitantes –en su mayoría brasileños– caminan de playa en playa, o simplemente pasean en las últimas horas del día. Ponta Verde es una playa más que aceptable, pero alejándonos al norte y sur de Maceió encontramos verdaderos paraísos de arena y agua: praia do Gunga, praia do Frances o Ipioca, entre otras.
Maragogi
En esta región del litoral nordestino hay un arrecife de coral que nos permitió disfrutar de aguas tranquilas y templadas. A cierta distancia de la orilla, justo al lado del arrecife, hay zonas arenosas de poco fondo y agua transparente, conocidas como piscinas naturales. Y no muy lejos de Maragogi están dos de las playas más famosas del Nordeste: Porto Galinhas y Praia dos Carneiros.
Aunque lo que más nos gustó de Maragogi no fueron las piscinas naturales, sino pasear al atardecer por playas vacías, donde los barcos quedan encallados con la marea baja y el brillo de los últimos rayos de sol dan lugar a formas y colores increíbles.
Pipa
En el extremo nordeste del país, cerca de Natal, existe un destino de playa muy apreciado por los brasileños. Hablamos de Pipa, la localidad y playa principal, y varias playas consecutivas más, cada una con un atractivo diferente: nadar con delfines en la baía dos golfinhos, piscinas naturales cerca de Pipa, playas concurridas como la praia do amor y la que más nos gustó: praia das minas.
Olinda, la ciudad más bonita de Brasil
En cada país de Sudamérica nos hemos encontrado con una ciudad especialmente linda, con historia, arquitectura colonial y cuidada al detalle. En Brasil, la ciudad más bonita, creemos que es Olinda. Suele repetirse además, esa misma sensación al observar lentamente viejas construcciones, de sentir la historia que encierran y las generaciones que pasaron por esas calles siglos atrás.
Como cabe esperar, es Patrimonio de la Unesco, una ciudad con encanto que nada tiene que ver con la vecina Recife, capital del estado de Pernambuco y un auténtico núcleo urbano con edificios altos y tráfico por todas partes. Olinda, en cambio, es muy tranquila, con antiguas casas de coloridas fachadas y repleta de talleres artesanales y museos. Calles empinadas, salpicadas con iglesias y edificios históricos que recuerdan que fue fundada en el siglo XVI. En carnaval, Olinda se queda pequeña ante la llegada de visitantes atraídos por sus danzas y desfiles de bonecos, unos muñecos gigantes característicos de la ciudad.
Desiertos inundados en el Nordeste
Cuánto más viajamos, más nos acostumbramos a ver lugares increíbles. Sin embargo, la conjunción de agua y desierto nunca la habíamos vivido. Eso fuimos a buscar a los Lençóis Maranhenses (en el estado de Maranhão), y un poco antes, en una versión más reducida, a Camocim (en el de Ceará).
En la época de lluvias se forman lagunas entre las dunas, una postal bellísima, a la vez que inusual, casi extraterrestre, que quedó grabada en nuestra memoria viajera para siempre.
Belem, embarcando rumbo a Manaos por el Amazonas
Tras despedir el Nordeste en los increíbles Lençóis Maranhenses, nos cambiamos a la región Norte, a la capital del estado de Pará. Hay quien solo llega a Belem como puerto de salida o llegada de la ruta en barco por el Amazonas, hacia o desde Manaos. Sin embargo, nosotros nos sorprendimos con un carácter todavía más acogedor que en el resto del país y una variedad culinaria muy interesante.
Si tuviéramos que recomendar algo de Belem, nos quedamos con curiosear por el mercado de Ver-o-peso, entre frutas y verduras que nunca habíamos visto; caminar por la Ciudad Vieja hasta el Fuerte del Castillo. Y para tener una panorámica de la ciudad de Belem en la cuenca del Amazonas, subimos a la torre del Mangal das Garças, un parque ecológico con bellos jardines donde protegen especies de mariposas y aves de la región.