Y en una larga bajada dejando atrás Morella detecto de nuevo el olor marinero del aire. Me acerco a la costa no hay duda, concretamente a Peñiscola.
En verano Peñiscola es turística y bonita, en invierno está elegante, imponente y preciosa. Para colmo llego al atardecer y no puedo evitar pararme a cierta distancia a observar como me mira.
Fotografía realizada por Lumix GH3
Sin ninguna prisa me pierdo unos días por sus calles calmadas, los gatos me espían y los siglos me susurran atajos para encontrar los pequeños rincones que aun palpitan gracias a artistas, bohemios y otros lugareños que resisten a la deserción invernal. Desde el famoso castillo del Papa Luna, la península parece navegar sobre el mar. Pese a todo esta preciosa y los atardeceres son un imán para las fotos de los turistas sin complejos de calendario.
Por fin arranco sin avisar y pedaleando sin mirar atrás para poder escapar de su hechizo. Este inverno soleado me regala un ultimo baño mientras mi bicicleta me mira desde la orilla envidiosa.
Fotografía realizada por Lumix GH3
Es un paraíso solitario y manso. En la costa sin edificar, solo el paso de algún barco carguero me recuerda que no estoy en una isla perdida. En la parte edificada, las gaviotas parecen burlarse de los grandes hoteles tristones y mudos.
Pueblos y naranjos me llevan hasta la gigantona Valencia donde me tropiezo con la civilización de nuevo. Suerte del casco histórico con sus pinceladas folclóricas y como no, su espectacular ciudad de las artes y las ciencias que me dan el oxigeno viajero que necesito entre el asfalto.
Fotografía realizada por Lumix GH3
No tardo en fugarme, en busca de mi mundo idílico de menos menos ámbar de semáforo y más verde de naturaleza.
Lo tengo fácil, la albufera esta pegadita a la gran ciudad y ese mismo día disfruto de humedales, aves y un sinfín de postales mientras serpenteo por las dunas de las interminables playas.
Fotografía realizada por Lumix GH3
En Altea el mar se altera y me empuja hacia dentro hasta estrellarme con la locura de Benidorm. Rascacielos y periferia me hacen acampar en las afueras, me resisto a meterme en ese laberinto de rascacielos.
Al día siguiente madrugo para enfrentarme la gran urbe lo antes posible con menos transito. El día me recompensa el esfuerzo con una salida de sol y unas nubes que le dan la vuelta a al historia y dejan al “skyline” de Bendorm en una bonita estampa con más colores de los esperados y un bonito recuerdo.
Fotografía realizada por Lumix GH3
La costa vuelve a ser un poco rompe piernas hasta Alicante, pero allí mi amiga la mar, lo cura todo. Aire salado de nuevo, día despejado y un espectáculo de olas y surfistas que me atrapan, cámara en mano, que queda de mañana.
Los jinetes se lanzan a por todas, yo tiendo un poco de esto, y no todos los días el mar te sirve un banquete tan exquisito y ordenado
Fotografía realizada por Lumix GH3
Ona los mira como pensando que debe ser divertido eso que hacemos los surferos y que algún día le gustaría probar eso de bajar olas en lugar de cuestas. No se puede quejar, de momento se esta pegando un buen paseo por el mundo, todo llegará…
Nos vemos en la próxima, partiendo desde Santa Pola y la hermosa isla de Tabarca. ¿Si?