El Vale do Capão

La red, la buena onda de viajeros, el Couchsurfing y, en este caso, el Warmshowers, como ya os susurré en el capítulo anterior, me hace llegar al camping Ganesha, el mejor lugar dentro de lo lindo que ya es el Vale do Capão, que no es poco.

Capitaneado por Julio, es un camping de ambiente tranquilo que parece esconderse del paso del  tiempo. Julio es gato viejo y prefiere la tranquilidad a la plata y en su camping, que está en el mismo centro, tienes la sensación de dormir y hacer vida en un rinconcito de bosque. Parece camuflado y la filosofía es reciclar y ser respetuoso con el entorno. El wc es de los denominados “secos” para hacer compuesto, las aguas grises son filtradas por las raíces de las numerosas bananeras que crecen en el terreno, los espacios construidos son en gran parte de adobe y la naturaleza campa a sus anchas. Algunos viajeros hacen trueque a cambio de la estancia por unas horas de trabajo acomodando el camping.

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Fotografía realizada con una Lumix GH4

A los pocos días, Julio accede a nuestras súplicas y nos deleita con su famoso y excelente yakisoba, con el que desembarcó hace años en la zona. Yo respondo con risottos y un salmón al horno que me dan el título de cocinero oficial.

Capão es un lugar alternativo, muchas comunidades crecen medio escondidas en el mato y casi todos los comercios son originales y distintos. Van desde terapias naturales, alternativas, delirantes a restaurantes veganos, vegetarianos y marcianos.

Volvemos a visitar la famosa cachoeira de la Fumasa y en mitad del camino podemos apreciar todo el valle en una panorámica tan impresionante como la flor del candombá, de la que ya os hablé en el capítulo anterior y la propia fumasa, bueno no exageremos, esos 340 metros de caída son insuperables y, una vez más, nos quedamos sin habla ante su melena.

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Fotografía realizada con una Lumix GH4

En realidad, el centro de Capão son un par de calles y una plaza en la que, dos días a la semana, hay mercado de frutas, verduras, comidas variadas, artesanos de todo tipo, pero, sobretodo y a diario, un buen puñado de actividades entre las que destaca la capoeira, algún que otro forró y distintos espectáculos artísticos.

En Capão hay muchos músicos  y en el comedor del Ganesha o en sus hamacas alguna noche coincidimos hasta 5 guitarristas dando guerra, otras se improvisa un cine al aire libre sobre una sábana colgada entre árboles. La vida pasa lentamente y el valle y su calmada rutina me atrapa sin remedio.

Surgen amistades viajeras y paseos a la par. Vamos a visitar distintas cascadas: Purificação, Fumaça, Rio Preto, Aguas Claras... todas impresionantes y en un entorno salvaje inmaculado. Eso es lo que realmente engancha.

Vive gente de todo el mundo que busca esa vida alternativa pero también quedan algunos habitantes locales en rinconcitos alejados. También tienen su punto alternativo, creando sus propios recursos. Una tarde quedó la anécdota de encontrarme a esta familia jugando al billar inventado sobre una caja de frutas.

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Fotografía realizada con una Lumix GH4

Alguna noche más fresquita hacemos hoguera bajo el cielo hiper-estrellado, otras hay fiesta grande en el “Times Square” del pueblo, en la que los chicos de la escuela de circo muestran sus espectáculos en la calle como reclamo a lo que sucederá en la gran carpa que se esconde camino al Vale do Pati.

Comparto mucho tiempo y amistad con una pareja ciclo-nómada, Anna, catalana y Moisés, madrileño, que llevan como yo unos 5 años pedaleando por Latinoamérica pero que han parado unos buenos meses para tener a su primer hijo, el pequeño Ayun, con el que seguirán nomadeando por el mundo poco después de mi partida. Como sucedió con Martina, hay una conexión muy especial entre los que nos sentimos nómadas y hemos vivido esas experiencias tan distintas que supone viajar en bicicleta, tener pocas posesiones, mucho tiempo y conocer palmo a palmo los rincones y las gentes del planeta. Son amistades que quedan para siempre, familia.

El árbol de la jaca da sus frutos del que se hacen moquecas con su palmito, tartas, y todo tipo de comidas. El entrañable amigo João se empeña en usar hasta el hueso, con el que crea un paté delicioso que acompaña nuestras cenas y filosofadas.

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Fotografía realizada con una Lumix GH4

No todo es tan bonito para mí en Capão. Soy hombre de ciencia y me entristece ver como la reacción a las malas praxis de las industrias provoca movimientos alternativos extremos, conspiraciones, negacionismo y creencias absurdas que hacen desconfiar de la lógica y el conocimiento científico, mezclando uvas con peras. Capão es un imán en ese sentido y mucha gente encuentra respuestas fáciles y a medida a sus anhelos subjetivos. Los cambios están bien y son necesarios, pero irse de un extremo al otro es un error. Jorge Drexler cantaba que no hay pueblo que no se haya creído el pueblo elegido, aquí el pueblo se cree iluminado y esa luz, ciega.

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Fotografía realizada con una Lumix GH4

Aun con eso, aprendo y escucho a mucha gente y eso siempre suma. Antes de encarar mi enésima evasión, por fin me lanzo a conocer el famoso y aislado Vale do Pati, un trekking de varios días que me llevará a una zona increíblemente bella infestada de cascadas, bosques, montañas, cuevas y fauna que no tiene comparación. Si la Chapada ya estaba resultando notable, Pati se hace con el sobresaliente. Os lo cuento y muestro en el próximo capítulo. No os lo perdáis!

 

 

 

 

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