VOLANDO IGUAZÚ

Como el viaje es intenso y hay jet lag en los contenidos, voy a dar un salto al futuro o, mejor dicho, al presente y os voy a contar donde he pasado las fiestas. Nada más y nada menos que en Iguazú, en la triple frontera, donde se encuentran Brasil, Argentina y Paraguay, a contemplar las famosas cataratas.

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Fotografía realizada con una Lumix GH4

Ya había pasado por aquí hace casi 4 años, en aquel entonces visité el parque natural y cruce a Paraguay para pedalearlo entero rumbo al Chaco para entrar a Bolivia por el sur.

Ahora entraré de nuevo en Paraguay, pero esta vez para bajar un poco al sur y cruzar a Argentina para conocer y disfrutar su norte y el de Chile, la cordillera, el desierto de Atacama, y luego a Bolivia por el mítico salar de Uyuni.

Pero eso es futuro. Como os decía, el presente es Iguazú, concretamente en el lado brasileño, en Foz. Llego a la Casa Ciclista de Iguazú, lugar de acogida a ciclistas viajeros. Están diseminadas por todo el mundo, normalmente una o dos por país. Es mi primera experiencia en una pese haber pasado al lado de dos, pues en su momento no sabia que estaban ahí. Me reciben dos cicloviajeros, que son la punta del iceberg de los 11 que nos encontramos en la casa al final de ese día. Siete franceses, dos brasileños, un canadiense y un servidor, a parte de Luciando y Ricardo, dos de los capos de la asociación ciclista que cuidan y proyectan este rincón.

Reparaciones, mapas, historias, preguntas, risas, guitarras, caipirinhas… Una familia rebozada de empatía por sentirse toda en la misma aventura, en el mismo camino.

Al día siguiente recibo la buena noticia en forma de respuesta positiva a un vuelo en helicóptero sobre las cataratas de Iguazú a cambio de unas fotos.

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Fotografía realizada con una Lumix GH4

Ya las había visitado hacía años, pero desde esta perspectiva son otra cosa, una experiencia inolvidable y, como a mí me gusta decir, un tatuaje más en la memoria.

La nube de agua que escupe la garganta del diablo, como si el mismo Belcebú estuviera fumando, genera un arco iris perenne. El mismo que fotografié hace años, pero ahora desde cientos de metros en el aire. El corto vuelo vale la pena.

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Fotografía realizada con una Lumix GH4

En tierra, paradójicamente, me esperan aves. Enfrente de los amigos de Helisul está el famoso Parque das Aves. Es un proyecto ideado por el sudafricano Dennis Croukamp y su esposa Ana para preservar la fauna y la flora de la zona y del país en general. Se inauguró en 1994 y, en la actualidad, cuenta con más de 140 especies. Es un espectáculo ver tan cerca todo tipo de especies exóticas, la mayoría rescatadas del contrabando por las autoridades brasileñas. Tucanes, loros guacamayos… Todo perfectamente integrado con el mato. También hay reptiles, jacarees (caimanes), tortugas, serpientes… Si no tienes suficiente con el show de las cataratas, el Parque das Aves puede ser una bonita guinda a un día inolvidable.

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Además, tanto color y exotismo es un regalo para el fotógrafo. Entre tanta maravilla las tarjetas de memoria se llenan solas.

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Fotografía realizada con una Lumix GH4

Otro día junto con Ricardo de la Casa Ciclista, cruzamos la frontera y nos escapamos de excursión en bicicleta hasta Paraguay para visitar otro gigante cercano: la famosa represa de Itaipú. Una obra descomunal que bate records en todas las categorías. Imaginad que solo en este año pasado produjo energía suficiente para abastecer a Paraguay durante doce años seguidos. No os perdáis visitar este rincón del mundo al menos una vez en la vida, hay mucho que ver y es un paraíso puro bajo un cielo azul radiante.

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También es única Ciudad del Este, pero eso os lo cuento en otro capítulo de VIDAJE.

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