Recientemente pasé un par de días en el coqueto pueblo de Cadaqués, visita obligada en la Costa Brava y uno de los lugares más mágicos en los que he estado nunca. Si alguna cosa ya lo hace especial es su acceso, ya que para llegar hay que pasar por una carretera con muchas curvas. Seguramente ese sea uno de los motivos por el cuál no se haya masificado y por consiguiente, siga conservando su esencia.
No era la primera vez que pisaba Cadaqués ya que había podido ir en otras ocasiones a pasar el día. Esta vez decidí hacer noche y aprovechar un poco más mi estancia. La escapada se convirtió en un plan de pareja, y la primera que hacíamos los dos solos desde que nació nuestra hija Gala. No voy a negar que se me hizo extraño pero también reconozco que lo disfruté muchísimo.
Nos alojamos en un pequeño hotel situado en el núcleo antiguo. El Tramuntana Hotel sólo hace dos años que abrió sus puertas y ya se ha convertido en uno de los establecimientos con más encanto de la zona. Al margen de la cuidada decoración, por encimo de todo destaca el trato familiar y cercano de sus propietarios, Rosa y Carles, siempre dispuestos a ayudarte.
Seguimos bastante al pie de la letra sus recomendaciones, comenzando por una travesía en velero hasta el Cap de Creus, una reserva natural de gran valor y el punto más oriental de la península ibérica. De hecho existe la tradición de ir en Año Nuevo a ver como sale sol ya que es el punto de España donde amanece primero. Salimos al mediodía e hicimos una parada para darnos un baño. El agua estaba helada pero el paisaje y la experiencia bien merecían la pena. Además, tuvimos la oportunidad de hacer snorkel. Hicimos una ruta de un par de horas en el velero Sant Isidre y nos quedamos con las ganas de navegar al atardecer y ver la puesta de sol. De todas formas, en vez de en el barco, nos sentamos en la terraza del restaurante Talla, desde donde pude captar una bonita postal de Cadaqués con los últimos rayos de sol del día.
Aunque sólo fueron algo más de 24 horas, las pudimos exprimir al máximo y nos quedamos con muchas ganas de volver. Y volveremos, seguro.